Retazo:

1. Retal o pedazo de una tela.
2. Pedazo de cualquier cosa.
3. Trozo o fragmento de un razonamiento o discurso.

La vida es una sucesión de innumerables retazos. Es imposible ordenarlos, pero la Fotografía permite al menos capturar algunos de ellos en forma de imágenes.

Al pulsar el disparador el autor captura un acontecimiento, leve o grave, que ya no volverá a suceder de manera idéntica. Nunca más ese Espacio, esa Luz y ese Tiempo se combinarán de la misma forma entre ellos. Porque el Tiempo es un factor irrepetible en cada imagen fotográfica. El fotógrafo tampoco será el mismo. Será un segundo más anciano, pero quizás también haya aprendido algo más al mirar a través del objetivo de su cámara.

Cada imagen tomada marca una diferencia, un antes y un después. Un pequeño avance en el reloj de la Vida. Y un trozo de esta habrá quedado capturado para siempre, hoy en forma de códigos binarios, y hasta hace unos años haciendo que las fugaces luces oscurecieran sales de plata.

Pero al fin y al cabo la Fotografía sigue consistiendo en lo mismo de siempre: Cada instante es un retazo de vida, y cada retazo puede convertirse en una fotografía. Y en cada fotografía siempre queda algo de aquel que miró por el visor y decidió perpetuar un instante de su vida y la de los demás.

Se trata del Tiempo. Entre retazo y retazo, hay siempre Tiempo. Este se nos va de las manos por más que seamos conscientes de que ahora ya no es ahora, sino que ya fue. Quizás sea esa la principal razón por la que hago fotos: Por comprender el Tiempo. Por intentar vislumbrar qué hay detrás de cada segundo, de cada minuto, de cada día y cada pincelada de realidad, imaginación, felicidad o sufrimiento que va sucediéndose ante nuestros ojos o en nuestra alma a cada vuelta de las manecillas del reloj.

En definitiva, como escribió Wynn Bullock: “Cuando estoy haciendo fotos, lo que estoy haciendo en realidad es buscando respuestas a las cosas”.

Alberto Baquero.